Porque a veces no sobran las palabras, ni las bonitas... ni las feas.
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sábado, 18 de julio de 2009

De regalo, adónde tú quieras

"De regalo... De regalo te llevo ¡adónde tú quieras!".


Le hizo ilusión que él le dijese estas palabras. Seguramente fueran ciertas. Quería creer que lo eran. Las había pronunciado mientras la sostenía de la mano, sentados como estaban en un banco a la sombra del parque, y todos sabemos que prometer algo sosteniendo la mano de una mujer es sinónimo de que se piensa cumplirlo. Nunca había estado en Japón. Le gustaría ver a las geishas, esas putas (¿eran putas?) de caras blancas y quimonos bordados tan caros, que el precio de uno sólo de aquellos especiales atuendos le valdría para hacerse por fin con un coche. Claro que primero tendría que aprender a conducir. Y el pescado crudo era harina de otro costal. Tampoco había estado en el Caribe. Su nívea piel agradecería unos rayos de sol, y su garganta unos mojitos. Era abstemia, ¡qué contenta se pondría con un par de mojitos! Una amiga a la que le gustaba mucho viajar le había contado maravillas de Rusia. Por supuesto se haría antes con un buen abrigo largo, de esos que te tapan el culo e impiden que los catarros te sorprendan por los riñones, y con un gorro peludo que le cubriera las orejas. Se imaginó a sí misma botando dentro de la bolsa marsupial de un canguro por la estepa australiana. Esa imagen absurda le hizo sonreír.


Saliendo de su ensimismamiento, dejó de observar a los perros que vagabundeaban por el parque, olisqueándose los unos a los otros, y lo miró a él, a su mono azul y a su pelo moteado de pintura blanca. Se dio cuenta de que todas sus ideas eran caras y que, a pesar del entusiasmo de las palabras que habían augurado que su cumpleaños iba a ser fabuloso, el humilde trabajo de su novio no les permitiría salir de España.


En Teruel no había estado. Por supuesto que no, Teruel no existe, es lo que dice la gente, ¡qué tontería! ¿Y si le proponía Andalucía? Buen tiempo, gente agradable, pescaíto y tinto de verano en una terraza. Mucho tinto de verano. ¡Pero qué contenta se pondría! Él la habló:


-Bueno, cariño, ¿qué? ¿No me dices nada? De regalo, ¡adónde tú quieras! Así que, dime, ¿dónde quieres que cenemos? Qué te apetece más, ¿pizza o hamburguesa?

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