Porque a veces no sobran las palabras, ni las bonitas... ni las feas.
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sábado, 10 de noviembre de 2007

*Mi álbum de fotos*

Tengo miles de fotos en el disco duro de mi PC. No exagero. Colecciono fotos digitales desde el año 2002, todas en carpetas: por fecha, o por descripción, o incluso bajo el título impersonal de "gente" o "miscelánea".
Hay días más nostálgicos que me siento a mirarlas, como quien abre un álbum gordo y empolvado abandonado en un desván. Tengo fotos de amigos, de personas a las que quiero y aprecio mucho; también hay gente que fue importante y están ahí, hoy ya más distanciados; hay personas que me hicieron amar y llorar; ex novios; caras de gente que conozco en persona y que no; seres que amo, o que recuerdo con cariño, o no, o que envidio, o que me gustaría abrazar, con los que me gustaría charlar largas horas, o incluso tengo imágenes de gente que me inspira ternura y otros que me gustaría abofetear.
Están todas esas fotos ahí, provocándome un gran haz de emociones y sentimientos, incluso contradictorios. Hay fotos que me hacen sonreír, y otras que me ponen triste. Pero no borro ninguna, tampoco las que me traen recuerdos amargos, porque todas son reflejo de mi pasado, de mi vida, de todo aquello excelente, bueno, regular y malo que me ha configurado tal y como soy ahora.
Por tanto, gracias, gracias a todos, a los que me hacen feliz, a los que están ahí, por aquellos por los que me levanto cada mañana y a los que pretendo decir: ¡OS QUIERO!; y también a los que me hicieron pasar mal: jodéos, porque me habéis hecho más fuerte.

viernes, 2 de noviembre de 2007

*Las putadas de los vivos en la noche de los muertos*

Como todos ya conoceréis, ayer noche se celebró Halloween, fiesta importada de América via las peliculitas de después de comer. Lo que se supone que es un momento de pasarlo bien, disfrazarse, salir a buscar chuches y algún dinerillo y echar unas risas con los amigos, para algunos se convierte en una mera oportunidad de practicar el vandalismo. Y no estoy hablando de lanzar huevos a las paredes de las casas (en Alcobendas el año pasado la policía requisó 600), sino de algo más serio y más desagradable. Me explico:
Son las 6 de la tarde y estoy en clase de Inglés en la Escuela Oficial de Idiomas. Me encuentro sentada cerca de una ventana junto con más alumnos. Estamos todos tranquilísimos. De repente y sin previo aviso se escucha un estruendo infernal y me encuentro bañada de la cabeza a los pies de cristales rotos: habían lanzado una piedra desde el parque trasero de la escuela y había roto la ventana situada junto a nosotros. Para colmo, la piedra había ido a impactar en mi hombro derecho, aunque yo aún no lo sabía, sólo sentía un dolor insorportable. Por un instante, en el que aún uno se siente desorientado, llegué a pensar que había sido una bomba, tal fue el sonido que hizo la ventana al romperse. Se formó un caos en la clase: varias chicas habían recibido cortes en el rostro y en los brazos (una de ellas incluso encontró más tarde que su libro tenía páginas rajadas), el suelo estaba tan inundado de cristales como nuestras ropas y el profesor corrió a bajar las persianas, sacarnos de clase y llamar a la policía.
Escenas como esta son lamentables, pero no tanto como las personas que las hacen realidad. Es increíble que la idea de divertimento de algunos sujetos sea esta, la de romper cosas, dañar a otros y en definitiva, y hablando en plata, joder al personal. Cierto es que la presencia policíaca se intensificó en la tarde-noche de ayer, pero hubo hechos que ni aún así pudieron ser evitados. Sólo espero que de verdad exista una fuerza superior que acabe poniendo a cada uno en su sitio, llámalo destino o como desees.