Porque a veces no sobran las palabras, ni las bonitas... ni las feas.
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martes, 16 de diciembre de 2008

La nota de papel

Cuando llegó, la casa estaba oscura y silenciosa y vacía. Estaba sola, gracias a Dios. Directamente se fue a su cuarto y allí, sobre el edredón, la vió. Una nota de cuaderno blanca. Aún con el abrigo puesto, observó la conocida letra escrita en trazos azules y el corazón ñoño pintado en rotulador rojo en una esquina. Y leyó: "¡Ánimo! Que un resbalón no te podrá impedir que sigas el camino que en esta vida tú te labres con la ayuda de los que te quieren, que somos muchos".

Fue inevitable. Cuando por fin empezó a llorar, ya no pudo controlarse.

Y cuando acabó, se dió cuenta de que no tenía que tener miedo. Y tú tampoco tienes que temer. Porque todo irá bien, porque la distancia no hace más que avivar las grandes pasiones, y porque esa pelusilla roja de tu pijama seguirá apareciendo entre las sábanas siempre.

Ten por seguro que en 2010 te haré muchas visitas allá donde te lleve el viento. Te mereces todo lo mejor. Te quiero.



"Y recuerda que, cuando se cierra una puerta, siempre,
siempre, se abre una ventana. Y a veces el paisaje es más bonito ahí".

1 comentarios:

Carmen de Águeda dijo...

Tú también me has puesto bobuca, Marti. Te quiero.

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