Porque a veces no sobran las palabras, ni las bonitas... ni las feas.
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viernes, 16 de octubre de 2009

La ciencia de... ¿qué?

Muy pagada de sí misma, solía comentar haciendo aplomo de seguridad y de lógica aplastante, tan aplastante que ya no era ni lógica, que para enamorarse hay que llegar a conocer muy bien a la otra persona, saber sus gustos y aficiones, compartir su forma de pensar y de ver el mundo, vivir experiencias juntos, que exista atracción, que del roce nace el cariño, y del cariño se pasa al amor, y que todo lo demás es simple "enchochamiento" y, al fin y al cabo, pasión desmedida, y a la larga una pérdida de tiempo y un gasto innecesario de fluídos, con la sequía que se avecina. Y con esta perorata se solucionaban todos los problemas y se justificaba aquel reguero de caras que transcurrían por la vida de uno, si acaso dejando una marca casi siempre deleble.


Sin embargo, tal vez el sistema sea otro. Puede ocurrir que dos personas se vean por primera vez y ya no puedan olvidar jamás cómo fue aquel primer contacto, que ni siquiera fue físico. Que se sonrían, que conversen, que se besen, que el flechazo sea instantáneo, el enamoramiento, imparable, y que a medida que se van descubriendo mutuamente lo único que hagan sea confirmar que nacieron para estar el uno al lado del otro. ¿Difícil? Infinitamente. ¿Posible? Sí. ¿Bueno? Lo mejor. Un motivo para creer en el destino.


No hay reglas válidas para los sentimientos del ser humano. El odio, la envidia, la admiración, no admiten ciencia válida alguna, por mucho que psicólogos, médicos, filósofos y poetas intenten encontrarles la medida, darles la vuelta y etiquetarlos, con una pegatina y un rotulador bien gordos. Cada caso bien merecería su propia tesina.


¿Te apetece soñar despierto conmigo?

1 comentarios:

Anonymous dijo...

Si, quiero!
Quiero soñar contigo! de echo sueño contigo desde el día en que tus pupilas y las mías se conocieron!!!
Y quiero conocerte toooda una vida... xq tú eres para mí y yo soy para ti!

Isma

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