domingo, 14 de junio de 2009
Fuegos artificiales
Mientras él ya se había acostado, el viento seguía soplando furiosamente sobre la ciudad y ella contemplaba, sola y desde la ventana de su habitación, aquellos fuegos artificiales de unas fiestas que no habían disfrutado y que desafiaban a la tormenta que estaba a punto de estallar sobre aquella noche fría de junio. Las luces de la calle se apagaron súbitamente. La luz dentro de ella ya hacía horas que había muerto.
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