Este es un mini-relato que escribí hace tiempo en mi antiguo blog, que apenas utilicé, y no quería dejar de compartirlo:
Nunca pude imaginar que acabaría así. Tan joven y tan vieja, tan viva y tan muerta, dejando trascurrir mis días, como hojas que caen de un árbol cansado, en esta habitación. Comparto lecho con mi abuela, mis padres, muy juntos, están más allá sentados, fijos sus ojos en la radio que no funciona más debido al corte del suministro eléctrico; mis hermanos en el catre me observan con los ojos muy abiertos. Creo que comienzan a delirar, "pan" les escucho decir. Fuera hace un frío de muerte, pero el Estado no nos puede proporcionar calefacción alguna. No hay madera. Y yo me siento tan triste que me quiero morir.
Nunca pude imaginar que acabaría así. Tan joven y tan vieja, tan viva y tan muerta, dejando trascurrir mis días, como hojas que caen de un árbol cansado, en esta habitación. Comparto lecho con mi abuela, mis padres, muy juntos, están más allá sentados, fijos sus ojos en la radio que no funciona más debido al corte del suministro eléctrico; mis hermanos en el catre me observan con los ojos muy abiertos. Creo que comienzan a delirar, "pan" les escucho decir. Fuera hace un frío de muerte, pero el Estado no nos puede proporcionar calefacción alguna. No hay madera. Y yo me siento tan triste que me quiero morir.
En la cocina compartida oigo silbar melancólicamente al ex-soldado del ejército rojo. Quién lo diría, fue alcanzado por un obus, y logró sobrevivir. Algo inédito. Pero, ¿y ahora? Viudo, retirado y solo, deformado por sus heridas de guerra, inválido y un poco loco, también espera que llegue su último día, mientras se prepara un té flojo y silba, silba por aquellos tiempos en los que la palabra "vivir" cobraba otro significado. ¿Para esto sobreviviste? ¿Para esto aguantaste en aquel hospital? Hurra por ti, juguete roto.
Fuera hace

Y sabré que en un futuro este sitio se habrá acabado, aunque ignoro si estaré aquí para verlo; noto que nada será igual, y que ni siquiera esta ciudad mantendrá este nombre, y la avenida Nevski será limpiada de la nieve y de los cadáveres que esta terrible segunda guerra mundial nos ha dejado.
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